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Una de las mayores preocupaciones de los padres y madres en estos días de reclutamiento no es otra que la incertidumbre de no saber lo que va a ocurrir con el curso escolar de sus hijos. No hay una fecha programada de cuándo volverán las clases a las escuelas y eso genera una gran preocupación en las familias. Cortar de raíz el aprendizaje habitual de los más pequeños puede ser un problema para su desarrollo, porque aunque se trate de mantener el ritmo en casa no siempre se puede conseguir el mismo efecto. Además, no en todas las materias afecta de la misma manera.
Los niños siempre van a tener tiempo para aprender una fórmula matemática o una teoría filosófica. Pero, ¿qué ocurre con los idiomas, por ejemplo? Para hacerse cuanto antes con el dominio de una lengua extranjera se necesita trabajo y constancia, y eso se está parando en seco a pesar de los intentos del gobierno por ofrecer programas que impidan este vacío temporal. En México, el inglés es el idioma más utilizado en las escuelas y el más demandado por el sector empresarial. Por eso es esencial seguir practicándolo para alcanzar el nivel más óptimo posible. Aunque, ¿de qué nivel hablamos?
Hay muchas corrientes de pensamiento que creen que el aprendizaje del inglés en los más pequeños mejora sus posibilidades de comunicación, les ayuda a fomentar la creatividad y a mejorar la capacidad de atención, además de abrirles mayores oportunidades de cara a su futuro laboral. Un estudio de ABA English confirmó en sus cifras que un 63% de la población mexicana confirmó haber perdido una opción de empleo por no dominar el inglés, de ahí que su importancia sea extrema. Un informe que también habla de que un 96% de los hablantes con buenas dotes para inglés mejoran su calidad de vida sustancialmente.
Por todo ello, es bueno que desde la edad más temprana posible se fomente a los más pequeños a aprender inglés, lo que ocurre es que es difícil calibrar cuál es el nivel que les debemos imponer. Hay muchas teorías en torno a ello, unas más aceptadas y otras menos. Unas con mayor reputación y otras menos. Pero todas con su base científica, aunque como bien sabemos, las personas somos diferentes y cada una aprende a un ritmo diferente. Lo que tratamos de encontrar son unos estándares para guiar a esos padres preocupados en estos tiempos difíciles que nos han tocado vivir.
Y hay evidencias de que desde muy pequeños, los bebés ya son capaces de reconocer el bilingüismo. Lo dice un estudio de la Universidad Pompeu Fabra, publicado en la revista Scientífic Reports, y que estudió la actividad cerebral de niños de 4 y 5 meses de vida. Mediante el seguimiento de ese órgano tan complicado de explicar tanto a mayores como a niños, consiguieron concluir que en esos meses ya distinguen idiomas, siendo a los 6 cuando ya empiezan a tomar el acento de la lengua materna y a los 8 empezar a reproducir sonidos de varios idiomas. Además, ellos los distinguen y los extraen con una mayor precisión que cualquier persona adulta. Por eso no es una locura empezar a enseñarles pequeñas palabras en esos momentos.
¿Pero esto no confundirá al bebé? Lo cierto es que no, aunque no hay que obsesionarse demasiado. Cambridge hace en este sentido una clasificación con la que se pretende establecer niveles de enseñanza. La etapa más inicial se inicia a los 18 meses y concluye a los 3 años. La infantil dura desde los 3 hasta los 5, la de primaria desde los 6 hasta los 11 y la de adolescentes desde los 12 a los 17. En cada caso se va subiendo el nivel un poco más, con posibilidad de saltar alguna etapa si el alumno muestra muy buenas competencias. Al final todo depende de cada uno, pero así nos hacemos una idea de donde se encuentra nuestro pequeño. Eso sí, la escuela afirma que los que empiezan antes de los siete años alcanzan un mayor nivel.
Por otro lado, tenemos la prestigiosa escuela EF English Live, otra de las que tiene una clasificación más detallada sobre los niveles de inglés existentes, según las destrezas que consiga alcanzar el estudiante mediante lecciones. Hay un total de 16 niveles en los que se comienza con saludarse, presentarse o contar hasta 100 y que culmina con especular sobre eventos futuros o discutir sobre una teoría tecnológica novedosa. Así nos podemos hacer una idea de lo que ir enseñando poco a poco, aunque en esta plataforma sean menos estrictos con el límite de edad.
De hecho, no todo va en esta misma línea. Un estudio publicado por la Universitat de Barcelona sobre el nivel de inglés, comparó niños que habían comenzado su etapa de aprendizaje de inglés a los ocho años y otros que lo habían hecho a los once. Las cifras indicaron que había un mejor nivel en aquellos que habían empezado a los once y la directora Carme Muñoz lo explicó así: “Los niños pequeños son como esponjas, pero en condiciones de aprendizaje escolar su contacto con la lengua es tan reducido que no pueden absorberla”. Es decir, no es que no deban iniciarse antes, sino que deben convivir con ella lo máximo posible.
Un estudio de la Unión Europea también respalda esa teoría, afirmando los beneficios que tiene para los niños empezar a aprender inglés muy pronto, pero destacando: “La evidencia sugiere que para un aprendizaje temprano adecuado, este no puede dejarse solamente en manos de los profesores y las escuelas”. Los padres también deben favorecer ese desarrollo y habituar al descendiente a desenvolverse en situaciones de la vida diaria en las que tenga que utilizar el inglés. El cuándo parece quedar más relegado a un segundo plano.
